SOMOS PROFUNDAMENTE AMADOS

SOMOS PROFUNDAMENTE AMADOS (1 Juan 4:19)

Hay una verdad fundamental en la cual debemos estar basados, Dios nos amó primero. Esto quiere decir que aún antes de nacer, aún antes de hacer algo, aún antes de aceptarlo como nuestro Señor ya Él nos había amado. ¡Que increíble realidad! Esto quiere decir que si Dios me amó primero, puedo estar totalmente confiado y mi identidad está totalmente anclada en Su amor. Puedo caminar seguro, puedo enfrentar las situaciones y las tribulaciones con confianza, puedo amarme y amar a los demás porque DIOS ME AMA. ¿Sabes cuanto Dios nos ama?

Juan 17:23 dice que el padre me ama con el mismo amor, celo y pasión como Dios ama a Jesús ¿puedes imaginarlo?, imaginemos por un momento con cuanta intensidad ama Dios a Jesús, imaginemos como esta expresión de amor en la trinidad se lleva a cabo, bueno así como no podemos imaginarlo por lo maravilloso y grande de este amor, así mismo Dios nos ama.

Juan 15:9 dice que Jesús nos ama con la misma intensidad, pasión y celo como el Padre lo ama a Él, es decir, no sólo Dios padre expresa cuánto amor tiene por nosotros diciendo que Él nos ama como ama a Jesús, sino que ahora Jesús nos expresa Su amor diciendo: “Te amo como Dios, El Padre, me ama a mi”. Quiere decir que es un amor sin limites, totalmente sacrificial, humilde, sin esperar nada a cambio, sin celos, sin envidia; sino que simplemente nos ama. No hay nada que podamos hacer para que nos ame más o nos ame menos, Él nos ama con un amor eterno.

Santiago 4:5 dice que el Espíritu Santo nos anhela celosamente, es decir le pertenecemos totalmente a Él, somos hechura suya. Él quiere siempre estar con nosotros y Él quiere caminar con nosotros diariamente.

Al ver ahora esta realidad de como la trinidad me ama, entonces puedo definir que el éxito de mi vida se basa realmente en esto: soy profundamente amado por Dios. Caminemos entonces por el camino de nuestras vidas anclados en esta verdad, ya que en los momentos de dificultad, dudas, incertidumbre, miedo y condenación, podemos pararnos firmes en esta declaración: ¡Soy profundamente amado por Dios!