PROPUESTOS A NO CONTAMINARNOS
- Oscar Mejía
- 1 jun 2017
- 3 Min. de lectura
PROPUESTOS A NO CONTAMINARNOS (DANIEL 1)
La vida del profeta Daniel, fue una vida que empezó con sufrimiento y cautiverio, siendo solo adolescentes un llegó a Babilonia bajo el imperio Babilonio. Vio como su país fue destruido y seguramente vio a sus familiares morir. Todas las condiciones estaban en su contra; cautivo, con otra cultura, otro idioma y un imperio totalmente idólatra.
A lo largo de los 12 capítulos de este libro vemos revelaciones impresionantes y profundas que Dios le dio a Daniel. Además, Dios puso gracia ante los ojos de los gobernantes llegando a tener puestos altos en el gobierno. Todo esto es impresionante, sin embargo hay un punto clave por el cual Daniel llegó a tener estas revelaciones y autoridad, y es debido a la decisión que tomó desde que llegó a Babilonia. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.” (Daniel 1:8)
Daniel tomó una decisión muy importante, decidió no contaminarse. No contaminarse implica separarse no sólo de lo que es pecaminoso, sino también de lo que muchas veces el mundo llama “bueno”, lo cual nos envuelve hasta el punto de embriagarnos en su seducción. Quizá para muchos que leen este versículo pueden decir ¿Que tenía de malo comer de la comida del rey y sus manjares? Una de las cosas es que Daniel venía de una cultura donde no comían comida sacrificada a los ídolos. Pero también viéndolo desde otro punto, Daniel no quería contaminarse con los placeres de este mundo, con los placeres que ofrecía el rey, que pudiéramos compararlos con los placeres de este mundo, que al principio no parecen ser malos, sin embargo nos envuelven y nos embriagan si no nos mantenemos enfocados en los deleites superiores ofrecidos por Jesús. Estos tipos de placeres que son llamados “buenos” son: el dinero, la fama, la moda, el poder, la tecnología, entre otros. Sabemos reconocer de una vez los que son pecaminosos como: la inmoralidad sexual, mentiras, dinero mal habido, etc. Pero ¿reconocemos cuando estos llamados “buenos” nos están embriagando?
Tener dinero no está mal, vestirse bien no está mal, tener un iPhone no está mal, tener poder gubernamental no está mal, ser reconocido por muchas personas no está mal; lo que está mal es cuando todo esto trae más placer a mi vida que mi relación con Jesús. Hoy en día, vivimos en un mundo totalmente influenciado por lo que influenciaba a Babilonia en los años de Daniel, es el mismo espíritu, por lo tanto si queremos tener revelaciones profundas como la de Daniel, una relación con el Padre como la de Daniel, y aún en lugares de liderazgo, un corazón totalmente humilde y sensible a Dios como el de Daniel, entonces la respuesta es: No contaminarnos.
La decisión de Daniel a no contaminarse y a tener una vida de oración, lo puso en el lugar correcto para recibir las revelaciones profundas que vienen del corazón de Dios, y así como a Daniel, Dios también quiere revelarse profundamente a sus hijos, y a medida que nos santifiquemos y nos acerquemos a Él, entonces iremos cada vez más profundo en Él. Hay un llamado a ser radicales, no por fanatismo, sino por entendimiento que Dios se revela a los de corazón puro.
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