DEPENDIENTES DE DIOS

DEPENDIENTES DE DIOS (Mateo 5:3)

Una de las luchas más fuertes con la que nos enfrentamos es con sujetarnos a Dios en todo, esto es porque siempre buscamos hacer lo que queremos, pensamos, sentimos, creemos que es lo correcto y en muchas ocasiones tomamos malas decisiones y sufrimos por causa de no escuchar a Dios. Este mundo todos los días lo que hace es impulsarnos a ser independientes de Dios, nos hace creer que no necesitamos a Dios, que somos lo suficientemente inteligentes, buenos y hábiles para tomar las decisiones correctas, pero no es así.

Jesús cuando estuvo aquí en la tierra, despojándose de si mismo y tomando forma de hombre, vivía totalmente dependiente de Dios. Lucas 6:12 es un ejemplo claro de que Jesús dependía totalmente de su relación con el padre, pasaba madrugadas completas orando entendiendo que el Padre era su fuente de vida. Juan 14:10 es otro ejemplo, donde Jesús dice: “Las palabras que yo hablo, no las hablo por mi cuenta, sino que el padre que mora en mi, Él hace las obras”. Qué demostración de humildad y dependencia al padre, Jesús no hacia, pensaba o hacía nada que no viniera del padre.

Ser dependientes totalmente de Dios no es una expresión natural del ser humano, por lo tanto es una decisión que debemos tomar y luchar. Debemos inclinar nuestro oído cada mañana para buscar Su rostro y escuchar Su voz, estudiando Su palabra en devoción, limpiando nuestro corazón y apartándonos para Él. Depender de Dios choca con nuestro orgullo, es una decisión que producirá humildad en nosotros, lo cual es doloroso, pero necesario.

¿Qué pasaría en nuestras vidas si realmente hiciéramos lo que Dios nos dice que hagamos? Seríamos siervos efectivos y fieles totalmente a Dios, tomaríamos las decisiones correctas, que aunque quizá humanamente no queremos, sabemos que viniendo del padre entonces nos dirige a el bien. Además, hay una promesa eterna para aquellos que son pobres de espíritu, es decir DEPENDIENTES DE DIOS, “de ellos es el reino de los cielos”. De aquellos que unen y dirigen su propia voluntad, a la voluntad del padre, será el reino de los cielos.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”